Tras un corto pero vibrante viaje en tren, nuestros protagonistas finalmente llegaron a su destino: Pueblo Zafiro, el lugar donde debían reunirse con los discípulos de Shouri.
El tren se detuvo con un silbido largo y agudo, exhalando columnas de vapor blanco que se disiparon en el aire cálido. Al descender por las escaleras metálicas, el grupo fue recibido por una brisa seca, perfumada con el aroma a minerales y arena caliente.